postal de Caló des Moro en Mallorca

Las mejores calas de Mallorca y un secreto del interior: vino, viñedos y paisajes únicos

Cuando pensamos en Mallorca en verano, lo primero que se nos viene a la cabeza son sus playas de arena fina y sus calas escondidas entre acantilados. La isla es, sin duda, uno de los destinos más buscados del Mediterráneo, famosa por su naturaleza de aguas turquesa, sol radiante y paisajes de postal. Pero hay algo que muchas veces pasa desapercibido: el corazón de la isla esconde un mundo diferente, más tranquilo y auténtico, donde la tradición, la tierra y el vino ofrecen una experiencia igual de inolvidable.

En esta guía te proponemos un recorrido completo: desde las calas más espectaculares de la costa hasta los viñedos de Binissalem y las bodegas que hacen de Mallorca una tierra vitivinícola con identidad propia. Porque el verano no solo se disfruta junto al mar: también se puede saborear entre copas, paisajes rurales y pueblos con historia.

Calas y playas de Mallorca: las joyas del litoral

Mallorca cuenta con más de 500 km de costa y alrededor de 300 playas y calas, muchas de ellas accesibles, otras más escondidas y algunas completamente vírgenes. La variedad es tal que siempre hay una cala perfecta para cada momento del día o tipo de viajero: familias, aventureros, románticos, amantes del snorkel o quienes buscan simplemente desconectar.

Aquí te dejamos una selección de algunas de las mejores calas de Mallorca para disfrutar en verano:

1. Cala s'Almunia

Una de las calas más fotogénicas de la isla. Pequeña, con aguas cristalinas y casas de pescadores integradas en el paisaje, esta cala del sureste es perfecta para un baño al atardecer. Eso sí, el acceso es a pie y requiere calzado cómodo.

2. Caló des Moro

A escasos minutos de s’Almunia, este rincón es ya famoso en todo el mundo por sus aguas turquesa y su entorno virgen. Aunque en verano suele haber bastante gente, sigue siendo un imprescindible. El acceso es algo complicado, pero el paisaje lo compensa con creces.

3. Cala Varques

Ideal para quienes buscan tranquilidad y una experiencia más salvaje. Situada entre Portocristo y Cales de Mallorca, no tiene servicios ni acceso fácil: se llega tras una caminata de unos 30 minutos. Pero su belleza natural y su ambiente relajado lo valen.

4. Cala Mondragó

Ubicada en el Parque Natural de Mondragó, esta cala es perfecta para familias. Aguas tranquilas, servicios, rutas a pie por el entorno natural protegido y posibilidad de combinar playa y senderismo en una misma jornada.

5. Cala Deià

Pequeña, rocosa y con una atmósfera única. Popular entre artistas, músicos y escritores, Cala Deià ofrece no solo baño y paisaje, sino también restaurantes frente al mar donde comer pescado fresco.

6. Es Trenc

Una de las playas más extensas y emblemáticas de la isla. Arena blanca, aguas poco profundas y un entorno natural que recuerda al Caribe. Es perfecta para pasar el día completo, aunque en temporada alta conviene ir temprano.

7. Cala Torta

Situada al noreste, en el municipio de Artà, es amplia, salvaje y con un mar que invita al surf cuando sopla el viento. Ideal para quienes buscan un rincón menos concurrido

8. Cala Mitjana y Cala Sa Nau

Pequeñas calas del este de la isla, conocidas por sus aguas transparentes y el ambiente más relajado. Cala Sa Nau, en particular, es famosa por su chiringuito y sus cócteles al atardecer.

Más allá del mar: el encanto del interior de Mallorca

Después de un día de calas y playas, o incluso como alternativa para quienes buscan experiencias más tranquilas, el interior de Mallorca ofrece un cambio de ritmo y una conexión distinta con la isla. Aquí, el paisaje se transforma: campos dorados, viñedos cuidados al detalle, pueblos de piedra, fincas centenarias y la presencia constante de la Serra de Tramuntana como telón de fondo.

La vida en el interior se mueve a otro ritmo, más pausado, más cercano. Se respira tradición y hospitalidad. Y sobre todo, se saborea.

Mallorca, tierra de vino

Muchos se sorprenden al saber que Mallorca tiene una larga tradición vitivinícola. De hecho, la producción de vino en la isla se remonta a la época romana, y durante siglos, el cultivo de la vid fue una de las actividades agrícolas más importantes. Hoy, Mallorca vive un auténtico renacimiento vinícola, con bodegas que combinan técnicas modernas con variedades autóctonas y un respeto profundo por la tierra.

Entre las zonas más destacadas de producción se encuentra Binissalem, el corazón vitivinícola de la isla y sede de la primera denominación de origen reconocida en Baleares: la DO Binissalem.

Binissalem: viñedos, tradición y carácter mallorquín

A tan solo 30 minutos de Palma, Binissalem es un pueblo que merece la visita. No solo por sus vinos, sino por su arquitectura tradicional, sus calles tranquilas, su iglesia gótica y su arraigada cultura vinícola. Aquí, el vino no es solo una bebida: es parte de la identidad local.

El clima mediterráneo, con inviernos suaves y veranos secos, y un suelo rico en arcillas y calizas, ofrecen condiciones excelentes para el cultivo de la vid. Las variedades autóctonas como Manto Negro, Callet o Giró Ros son protagonistas en los vinos que se elaboran en esta región, aportando una personalidad propia y un carácter 100% mallorquín.

Una escapada completa: del mar a la viña

Lo más interesante de Mallorca es su diversidad. En una misma jornada puedes pasar de una cala escondida a una cata en una bodega, de un chapuzón en el mar a un paseo por viñedos. Esta combinación de mar y tierra, de relax y descubrimiento, convierte a la isla en un destino perfecto para quienes buscan algo más que sol y playa.

Y si quieres ir un paso más allá, puedes organizar una escapada enoturística al interior: alquilar una bici, recorrer los caminos rurales que conectan pueblos como Santa Maria del Camí, Consell, Sencelles y Binissalem, y parar en alguna bodega para descubrir los vinos locales de forma auténtica y cercana. Bodega Sa Cabana, por ejemplo.

Sí, Mallorca es calas de agua turquesa, chiringuitos y arena fina. Pero también es campo, vino, historia y cultura rural. Es una isla que se disfruta en la superficie y también en el interior. Un destino que sorprende por su belleza costera, pero que enamora por lo que guarda en su centro.

Mallorca en verano es sinónimo de calas espectaculares, pero también de paisajes rurales, vino y tradición. Descubre lo que esconde el interior de la isla: Binissalem.